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Falange Española se querella contra Garzón
El abogado de Baltasar Garzón, Gonzalo Martínez Fresneda, ha cuestionado la decisión del Tribunal Supremo de admitir a trámite esta querella que parecerá chocante en toda Europa, afirmando que en Alemania causaría asombro que se tramitara una querella del partido neonazi contra un juez que decidiera investigar los crímenes del nazismo.
A mi la expresión “chocante” del señor Martínez Fresneda me parece muy educada, pero vamos a dejarlo ahí, que luego me acusan algunos de mis lectores de extrema derecha de ser un maximalista. Me parece que por mucha peculiaridad que tenga la transición española, este hecho no deja de ser aberrante. Como aberrante es, acercándonos a Canarias, las trabas y zancadillas que se le está poniendo a la Asociación de la Memoria Histórica de Arucas para investigar y recuperar los restos de sus seres queridos asesinados por los franquistas.
La iniciativa de Baltasar Garzón me parece loable, y la contemplo personalmente como facilitar a los familiares de las victimas la recuperación de sus seres queridos, asesinados y enterrados en una cuneta, en un pozo, en un lugar ignorado, escondido. Plantear otra cosa después de 70 años de terminada la guerra civil es absurdo, pero lo es más que la extrema derecha, los que están anclados en el túnel negro de la historia, pongan cortapisas a unos deseos humanos y perfectamente comprensibles.
En Chile la dictadura de Pinochet cayó hace sólo veinte años, las heridas están aún más recientes que en España, y en ese país incluso se está juzgando a quienes cometieron asesinatos, implantaron el terror en la nación chilena. Hace unos días incluso se inauguró en Santiago de Chile un Museo de la Memoria que revive todos los horrores desatados por la furia de los militares golpistas y sus colaboradores, con asistencia incluso de Isabel Allende, la hija del presidente Salvador Allende, derrocado por las armas por el dictador Pinochet.
Mientras no se normalice el trabajo de las Asociaciones por la Memoria Histórica de toda España, el problema seguirá latente, y los nietos de los asesinados seguirán con su encomiable labor de investigación. Lo peor es que también los biznietos de los asesinados tengan que seguir con esta ardua labor de seguir levantando cunetas, pozos y escondrijos.
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