Espacio de opinión de Canarias Ahora
Mexicanizándonos
No hace tanto, en efecto, que nuestras corporaciones y los organismos presumían de un funcionariado ejemplar. Loa políticos podían fallar, pero ahí estaban los funcionarios en más de una ocasión para pararles las patas ?o las manos, que se iban a donde no debían- y para demostrar la honestidad de un oficio al servicio de la colectividad. Hoy, muchos funcionarios ?demasiadas veces elegidos a dedo, elevados a un empleo inmerecido desde circunstancias anómalas- no es que se dejen comprar: es que exigen pagos por agilizar unos trámites o por ayudar a un contribuyente en detrimento de los derechos de otros. Noticias recientes lo confirman. Fechadas en Madrid, pero podrían haberlo estado en cualquier otro lugar del Estado. Y muchos funcionarios de carrera, secretarios, interventores, depositarios, empeñados en ejercer su tarea como Dios y su obligación mandan, son retirados de sus puestos, porque sus informes, sus advertencias, sus avisos impiden el negocio y la mamancia de los cargos políticos de turno. La prevaricación es una coña que ya no asusta a nadie, por lo visto.
Nos mexicanizamos ?ya hablo de aquí en exclusiva- hasta en las tentaciones eternizantes en lo que al Gobierno se refiere. El PRI es un espejo demasiado atractivo en el demasiados se miran. Quince, veinte años no son nada para entretejer la telaraña de poder en la que cualquier intento de escapatoria o de grito opositor (¿recuerdan la primera y magnifica versión de La Mosca?) sea imposible. Hay que crear un sistema, democrático, en apariencia, pero que prime la sumisión y en el que cualquier actividad individual deba pasar la prueba de la lealtad al régimen, sea esta actividad empresarial, cultural o profesional. Si no estás con los mexicanos del PRI estás contra los mexicanos del PRI. El cambio de modelo en la televisión pública canaria ?y ojo: todos los gobiernos utilizan las televisiones públicas con mayor o menor elegancia o desfachatez- es un escalón más en la mexicanización del sistema. En el engolfamiento del aparato y una lonja más de mercadeo en la que repartir premios a los adeptos y castigos a los críticos, además de una apuesta clarísima por la manipulación directa (más directa que antes) del medio. Aviados estamos, manitos.
José H. Chela
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