Espacio de opinión de Canarias Ahora
Narciso Ortega
Es cierto que durante sus tres años de jefatura, el Cuerpo Superior de Policía ha protagonizado en Canarias las más sonadas operaciones contra la corrupción política y empresarial, pero es igual de cierto que prácticamente todas han partido de la Fiscalía Anticorrupción, creada en este periodo, o de algún juzgado al que por reparto le correspondiera ordenar una investigación. Sin pronunciarse nunca públicamente, ha conseguido sin embargo que todas las miradas se depositaran en él como responsable de unas tareas que han recaído -como no podía ser de otro modo- en las brigadas a su cargo.
Desde luego no hay que negarle que, al menos en lo que a casos de corrupción se refiere, no ha hecho distingos entre concejales de tres al cuarto y los más insignes representantes de la tradicional clase empresarial canaria. Los paños calientes no parecen haber sido su especialidad, y eso le ha granjeado no pocas críticas de una sociedad qué sí parece ser partidaria de la intocabilidad de algunos.
Ortega llegó hace tres años como elefante en cacharrería, llevándose por delante a dos comisarios históricos en Canarias, José Luis Sebastián Montesinos, actualmente director de Seguridad del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, e Ignacio Bádenas, jefe de la Brigada de la Policía Judicial, con quien ha sostenido los más agrios enfrentamientos que se recuerdan en la Supercomisaría.
Enseguida marcó su impronta, un modo de trabajar que, en el ámbito interno, enganchó con algunos comisarios e inspectores, ávidos de su oportunidad, y en el externo, con sectores de la sociedad canaria que vieron en Narciso Ortega un aliado necesario, por temido, cuando no conveniente, por si acaso. Está por ver que unos y otros acertaran en sus cálculos.
Su relación con los medios informativos ha sido un sinuoso y delicado ir y venir entre el encuentro y el desencuentro. Ortega pasa gran parte de su jornada laboral leyendo y analizando lo que dice la prensa porque considera que ésa es una tarea fundamental para su trabajo. Quizás por eso ha tenido idilios y encontronazos y por eso se le han atribuido las más llamativas filtraciones, ora a este periódico (Soria siempre sostuvo que actuábamos en complicidad con Ortega para perjudicar al PP), ora al último editor o director con el que almorzó en alguno de los más conocidos y lujosos restaurantes de la ciudad.
También fue muy sonada su agreste relación con el que fuera delegado del Gobierno de España entre 2004 y 2007, José Segura, que pidió sin éxito su cabeza en más de una ocasión por sentirse directamente despreciado por el alto cargo policial. Pero en descargo de Ortega hay que significar que algunos de los ninguneos tenían su fundamento en el acreditado carácter dicharachero del hoy diputado nacional.
Esa misma dualidad, esa dicotomía entre lo bueno y lo malo, entre un extremo y el otro, harán pasar a Ortega a la historia como el más controvertido jefe superior de Policía que ha tenido Canarias. En esa casa, la Supercomisaría y todas sus delegaciones, ha generado sentimientos opuestos. Sus más conspicuos seguidores cruzan los dedos para que quien le sustituya no haga borrón y cuenta nueva, al tiempo que los históricos se dan un plazo prudencial para saber si hacen las maletas o esperan a que el cambio no suponga volver a empezar a enseñar a un extraño.
Sobre este blog
Espacio de opinión de Canarias Ahora
0