Espacio de opinión de Canarias Ahora
6 de octubre, primer asalto
Fue muy criticado en España que el bufete Ribbeck Law Chartered se inmiscuyera en esta demanda contra MacDonnell Douglas y Boeing y hasta el Consejo General de la Abogacía se reunió para denunciar las prácticas poco éticas de unos letrados que tan agresivamente captaron clientes en tan dramáticas circunstancias. Pero mas allá de esta controversia jurídica, a la que estas 18 familias no han hecho mucho caso, me he fijado en que si la acción judicial pide que la compañía identifique al fabricante de los “flaps” y al de los sistemas de control de esos alerones, es que posee cierta constancia de que éstos fallaron. Y si se van a hacer públicos los documentos de diseño, fabricación y mantenimiento del avión accidentado, se comprueba que no funcionó la alarma de los “flaps” y se confirma que en menos de un año tres aviones MD-80 se han estrellado, empieza a vislumbrarse que un cúmulo de desgraciadas fatalidades (vientos, descuidos, retrasos, aves...) se juntaron aquel 20 de agosto, pero el que más incidió fue la grave anomalía de los “flaps” en una situación límite.
Ya “The Wall Street Journal” anticipó que éste iba a ser el nudo gordiano del accidente y en España fue el experto en seguridad del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial, Felipe Laorden, quien explicó muy detalladamente este dispositivo y lo que pudo haber pasado aquel fatídico día. Él concluyó que un accidente de esta naturaleza “es mucho más complejo” y no hubo una única causa sino “un cúmulo de errores”, ya que si el sistema de alerta no funcionó por un fallo mecánico o de diseño, esto no podrá saberse hasta que termine la investigación pues el piloto antes de despegar tiene un listado a revisar previamente y el chequeo de los alerones figura en el punto 49. Luego, de ser cierta la hipótesis, se juntaron fallo mecánico y error humano, agravado además por el viento desatado y quizás hasta por la bandada de buitres que el piloto de Iberia que aterrizaba a la misma hora dijo ver. Sobran pues las demagogias y las politizaciones: es la hora de los expertos, técnicos, especialistas y jueces y aquellos (y aquellas) que instrumentalicen para su beneficio ideológico tan horrible desgracia deberían ser castigados con el desprecio y el desgaste electoral hacia quienes se lo permiten, como ya ocurriera en el pasado.
Federico Utrera
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