Espacio de opinión de Canarias Ahora
El pensamiento simplón
Ya no sé cuantas veces he dicho que ni soy del PSC ni allí me esperan. Tampoco las que he confesado no haber votado sino en tres ocasiones: dos de ellas para zafarme del algún coñazo amigo, en las que voté en blanco; la tercera, las últimas autonómicas y locales, lo hice por la tripleta psocialista; porque ante el desastre adánico-soriano-luzardino había que hacer algo y la del PSC era la mejor oferta. De acuerdo, claro, con mi cristal.
Por eso, porque soy abstencionista en serie, es de chiste que me salga con la amenaza de abstención, nada menos, una lectora; o lector, que los anónimos no tienen sexo. Ignora que razoné en su día a las claras el voto a los psocialistas, de acuerdo con mi visión de la jugada. Aparte de haber dicho, aquí y en tertulias radiofónicas, que volveré a abstenerme si López Aguilar deja el Parlamento canario sin hacer su faena. No me gustó (y lo escribí) que se presentara, pero ya que lo hizo está feo que pueda ir en la lista del Congreso y ahí se quedan. Para eso no le presté yo (le presté, insisto) mi voto. Para los simplones estaría ahora apoyando a CC-PP.
No trato de replicar al lector o lectora porque es fatigoso razonar con simplones. Pero puede aprovechar a la cultura democrática recordar que son muchísimos los que votan sin atenerse a obediencia partidista alguna; en este caso a la del PSC, como dicen los simplones de quienes colaboramos aquí. No conciben que haya quienes analizan y deciden (en función de sus criterios personales, del conocimiento de los candidatos y del crédito que le merezcan) ir a votar o a echarse una cerveza.
Nunca habrá candidato que colme las aspiraciones de nadie; salvo que España vuelva a ser unidad de destino en lo universal, con lo que no habría más que hablar. Hay que preguntarse, creo, qué candidatos se acercan más a lo que uno quisiera. Una decisión subjetiva, compleja y necesitada de cierta cultura de la que carecen quienes etiquetan alegremente a los demás y se desconciertan cuando advierten que las etiquetas no se corresponden a lo que de verdad hay. No comprenden nada.
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