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Tres Poderes
En una democracia hay tres poderes que se complementan entre sí: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. En donde no hay tres poderes son en las dictaduras, como es el caso de la monarquía absolutista de Arabia Saudí, en donde el príncipe heredero Mohamed bin Salman, muy amigo de Felipe Borbón, tiene todos los poderes y toma las decisiones a dedo. En España las cosas andan mal tanto en el Ejecutivo, como en el Judicial, y el Legislativo está en Belen con los pastores. Desde la Grecia clásica, y la República de Roma, comenzaron a funcionar los tres poderes, y Aristóteles afirmaba que los tres poderes eran “el que delibera, el que manda y el que juzga”. Algunas de las ideas de Aristóteles, que eran novedosas para la filosofía de su tiempo, actualmente forman parte del sentido común de muchas personas, aunque por desgracia en otras brilla por su ausencia.
Con respecto al Judicial, no entiendo bien cuál es la diferencia de un abuso a una violación, una agresión, según algunos jueces. Lo que está claro es que el fallo de la Audiencia de Navarra contra La Manada ha indignado a las mujeres de toda España, y ahora resulta que las asociaciones de jueces están alarmadas por los insultos y la crítica furibunda a la manada del tribunal, y tres puñetas. La Asociación de Fiscales ha lamentado la facilidad con la cual se desprecia a jueces y fiscales y se legisla a golpe de noticia. Pero el legislativo no legisla y no han cambiado el Código Penal con relación a los delitos sexuales, quizá porque Celia Villalobos, vivo ejemplo de desidia parlamentaria, se dedica a jugar al “Candy Crush”, incluso mientras habla su jefe Mariano Rajoy, y ya se pueden imaginar si a Villalobos no le interesa lo que dice Rajoy cómo será cuando hablan en el estrado los demás parlamentarios.
Cómo soy muy torpe y no tengo ningún máster en derecho, ni siquiera regalado, tocando un tema de la Justicia canaria, no entiendo cómo el juez Santiago Alba sigue ejerciendo con sus puñetas al aire cuando está imputado y pendiente de juicio por prevaricación judicial, cohecho, falsedad y revelación de secretos, en un sumario que finalizó en mayo 2026 por las actuaciones del tal Alba para perjudicar la carrera política y profesional de la jueza Victoria Rosell. Me explica un juez amigo que todo fue porque Rosell se presentó a las elecciones generales de diciembre de 2015 en las listas de Podemos, y eso no le gusto nada a José Manuel Soria que por entonces era el cacique de Gran Canaria antes de revelarse su concomitancia con los papeles de Panamá. No entiendo tampoco cómo a estas alturas de 2018 Iñaki Urdangarín sigue libre en Suiza, y no es precisamente un exiliado político sino un delincuente, y por su parte Rodrigo Rato se pasea por Madrid descojonado de la risa.
Volviendo al sorianismo, antes del asunto/trasunto de los papeles de Panamá y dada mi ignorancia en cuestiones jurídicas, me sorprendió mucho que José Manuel Soria no fuera condenado por cohecho cuando el caso Salmón, que aceptó una invitación del empresario noruego propietario de Anfi del Mar, Bjorn Lyng, de viajar a Austria y Noruega, en el primer país para escuchar un concierto de música, y en el segundo para pescar salmones. En realidad al parecer no hubo delito por parte de Soria, porque en el concierto de Salzburgo se tapó los oídos y no escuchó nada, y en Noruega pescó ocho salmones pero se los regaló al propio Lyng. Aquí paz y en el cielo de Anfi del Mar otra invitación y tente tieso.
Un caso muy “curioso” fue el del presidente de Galicia, Alberto Nuñez Feijóo, cuando le cogieron in fraganti con el narcotraficante Marcial Dorado, en el yate de este último pescando por las islas Ciés, y dos besugos gallegos. Esa amistad de Nuñez Feijóo con un delincuente condenado poco después a 16 años de cárcel fue un auténtico escándalo que quedo en nada y unos mariscos de Galicia. Me imagino que le pasaría a Pablo Iglesias en los dos casos relatados, el viaje a Austria y Noruega a un concierto y pescar salmones, y si le agarran en el yate con un narcotraficante en bañador y pescando. Como mínimo Eduardo Inda, Alfonso Rojo, Francisco Marhuenda, y demás periodistas de extrema derecha le sacan los ojos.
Hace años un juez con el que tengo buena amistad me lo dijo sin rodeos: “Hay jueces buenos, regulares y malos. No importa que sean de derecha, centro o izquierda. Tienen que ser ”hh“. En mi ignorancia le pregunté qué era eso de ”hh“. ”Honestos y honrados“. Seguro que los tres jueces del Tribunal Supremo que fallaron en mi favor en la querella que me puso Jaime Mayor Oreja por dos artículos que le escribí, eran honestos y honrados. Bueno, y qué mi abogado Luis Val es un fenómeno, que la defensa en un juicio, aunque sea por un artículo de opinión, hay que tenerla muy en cuenta. El tal Oreja me contaron que se cogió un berrinche del quince.
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