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El PP de Gran Canaria como la UD Las Palmas, sin banquillo
A nadie se le esconde que los elegidos, uno confirmado, el otro por confirmar, gozan de una bien ganada fama de fieles compañeros, a los que el entrenador viene obligado a pagarles los servicios prestados, tanto a su persona, como a las siglas que representan. No hay que olvidar que sus pasos por los amplios pasillos de los palacetes públicos, han dejado una aureola de “eficaz gestión”, que sí bien, han sido más por suerte, pues el juego del “pelotazo”, siempre ha estado reñido con el buen fútbol, pero no es menos cierto, que sus habilidades para los “milagros” semejantes a aquel de la multiplicación de los panes y los paces, han hecho posible que la gaviota haya volado tan alto por nuestros azules cielos.
Parece ser, y a las pruebas me remito, que las tácticas de recuperación de los “banquillos” es una orden dimanada de la superioridad, ya que en otros municipios de la isla, también barajan subir al primer equipo a presuntos, que hasta la fecha andaban perdidos, entre legajos y citaciones.
No se necesita ser muy avispado, para sospechar que la maniobra, vaya encaminada a colocar en los ayuntamientos, en los que más “pufos” han cometido en sus alocadas carreras políticas, aprovechando la cresta de la ola que las encuestas les vaticinan para enterrar bajo siete lozas de hormigón, todas las corruptelas cometidas, y ser testigos garantes de la legitimación del juego sucio (argot deportivo). Que les garantice impunidad por los siglos de los siglos.
Personalmente pienso, que la época de “tonto el último”, por suerte ya ha pasado, y los ciudadanos, aunque cabreados ante la crisis que nos acojona, no olvidamos que el paso de éstos deportistas del pelotazo, por nuestras instituciones públicas, las han llevado a la bancarrota; y sirva como muestra los cien millones de euros que el melómano de D. Jerónimo tendrá que desembolsar para tapar las descalabradas operaciones realizadas con el dinero de todos los isleños, para beneficio y engorde de los “Pata negra” de la clase empresarial que ha abrazado la doctrina del becerro de oro.
Aún fresca en nuestra memoria operaciones pasadas, presentes y por llegar, a lo largo y ancho de la geografía patria, que han puesto de manifiesto, para suerte de los españoles, que las Fuerzas de Seguridad del Estado y el Poder Judicial, aunque en ocasiones “indigestados”, la mayoría están “vacunados” contra los males que azotan a gran parte de la clase política, que desgraciadamente aún no han desterrado los vicios y las formas de gobernar de cuarenta negros años de nuestra reciente historia, hacen un encomiable trabajo, sin ceder ante la coacción y el chantaje.
Decía el malogrado profesor Enrique Tierno Galván, catedrático de Derecho Político, allá, en las postrimerías de la década de los setenta del pasado siglo, que: “El riesgo que pudiera correr la vislumbrada e incipiente democracia en nuestro país, es que sus actores sean contaminados por los cuarenta años de dictadura y corrupción” que nos llevaría a disfrutar de una democracia tutelada por el poder económico y fáctico creado al socaire de la misma“.
Sí el que fuera inolvidable alcalde de Madrid, reviviera, estoy seguro que moriría, en ésta ocasión, de infarto, al descubrir que sus elucubraciones, se habían convertido en hiperrealismo.
Antonio Ortega Santana
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