PP: Nasty Party

El problema de los partidos, como en cualquier organización humana, es su renovación: la última época de los de Suárez o Fraga se conoce como “Nasty Party” (un partido que genera rechazo, por traducirlo amablemente), y ahora José María Lasalle, alto cargo del PP, se ha encargado de recordar el anglicismo. Le ocurrió también a González, al que siguieron frustrados tanteos de liderazgo de Almunia, Borrell, Bono, Rosa Díez o el guerrismo de Matilde, hasta que apareció la Virgen de Lourdes en forma de Zapatero. Luego vino Aznar con piel de cordero y cuando tenía España en sus manos, se quitó la careta, se puso el casco y aunque no hizo la “mili”, se fue a las Azores y lo cambió todo por Irak. No sabemos cuánto le presionó Bush o si aquellos pies encima de la mesa fueron un exceso que pagamos todos, pero si el PP quiere desprenderse de su imagen de “Nasty Party” debe primar la renovación, sin tirar por la cuneta a los mejores veteranos ?Solbes y Rubalcaba gobiernan con ZP?, ser inflexible ante la corrupción ?la imagen de los Soria este fin de semana en la prensa madrileña ha sido deplorable, con cien mil cochinos euros corriendo de mano en mano?, sin tratar de hacerse enemigos gratis: periodistas perseguidos, artistas insultados, profesores desprestigiados, sanidad vituperada... Chulería, prepotencia y arrogancia, contra los catalanes por su lengua, los vascos por su ETA, los andaluces por su PER, los socialistas por sus votos, los nacionalistas por sus ideas... Lo admirable es que diez millones de votantes les apoyen sin fisuras, demostrando más categoría que sus cúpulas.

Federico Utrera