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Reflexión sobre siete por David Najor Hernández Lorenzo

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Se trata de una reflexión sobre ser siete sobre el océano, acerca de los motivos que nos convierten en la Malta del Atlántico africano.

Es mi humilde opinión que la independencia no es recomendable para Canarias, aún es una vida muy frágil como para forzar un parto.

Digo forzar porque tarde o temprano todas las fronteras caen. Lo hacen por mera inercia natural, las líneas imaginarias no existen, así que solo tienen valor mientras unos las impongan a otros. Sin duda es un grave problema para Europa, con los Balcanes como ejemplo sangrante, pero no para Canarias. Cuando el océano te limita las fronteras con claridad no necesitas líneas imaginarias de ningún tipo.

Durante los milenios de la Historia que el hombre recuerda los Estados han cambiado según la fuerza de quienes imponían esas líneas mentales. Hoy día tenemos un grupo de hipócritas que dicen que ya no se puede usar la fuerza para cambiar fronteras, mientras ellos mismos tienen las suyas mantenidas con esa misma fuerza y promulgan leyes, que tienen la cara de llamar “Ius Cogens Internacional” o “derecho obligatorio internacional” según las cuales, sus fronteras son de ellos y no se mueven. Y si alguien les dice que una de sus fronteras invade su territorio responden que sus leyes dicen lo contrario ¡pues claro que dicen lo contrario!

La frontera más pequeña es el propio hogar, el lugar donde se asienta el individuo con los suyos. A partir de ahí crece integrando primero a los vecinos, y luego a los no tan conocidos, incluso extraños, hasta llegar al límite físico de la frontera. La cultura y otros rasgos comunes son los que llevan a la gente a agruparse en uno u otro lugar. En tiempos recientes el motivo principal ha pasado a ser la economía, un nuevo cambio que viene con el girar de la rueda del tiempo.

Con todo, Canarias es por decisión de la propia naturaleza una Nación. Tiene un mal endémico, eso sí; tiene dentro de sí auténticos parásitos que hacen todo lo posible por destruir su nombre y sustituirlo con emblemas e iconos extraños, ajenos. Se empeñan esos parásitos en importar cualquier vicio de un lugar lejano y distinto, que no comparte rasgos. Al mismo tiempo entierran bajo cemento los testimonios de una cultura milenaria, reseñada en las obras de maestros como el mismísimo Cicerón.

Éstos son los motivos, después de reflexionar, por los que soy nacionalista. Sin embargo, eso no basta: Estos son, en definitiva, los motivos por los que el nacionalismo solo interesa a los nacionalistas, pero la Nación es asunto de todos.

*David Najor Hernández Lorenzo es Secretario de Organización de Jóvenes de Nueva Canarias en Las Palmas de Gran Canaria.

David Najor Hernández Lorenzo*

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