Satélite Canarias

Entre las muchas nuevas actividades económicas que podemos poner en marcha en los próximos años para garantizar el trabajo y procurar el bienestar de los canarios, se encuentra el posible desarrollo de un programa para el diseño y fabricación de un satélite artificial, destinado en exclusiva, a satisfacer las demandas y necesidades de la población y el territorio de nuestras islas. Para llevar a cabo tan ilusionante proyecto, disponemos hoy en día en Canarias del Instituto de Astrofísica, del Centro Espacial, del Instituto Tecnológico, de las dos Universidades y de otros centros e instituciones, siendo un proyecto que, por sus características, debe plantearse a medio plazo, ya que supone desarrollar un proceso complejo, que abarcaría desde el propio diseño y fabricación del satélite, hasta la elección del centro y fecha de lanzamiento, así como su seguimiento permanente.

Las aplicaciones y ventajas de disponer de nuestro propio satélite, que orbitaría permanentemente a varios kilómetros sobre nuestras cabezas, son múltiples y diversas. Como arquitecto y urbanista, me preocupa especialmente el caos urbanístico que caracteriza a nuestra comunidad, con leyes y planeamientos convertidos finalmente en marañas burocráticas e instrumentos de protección de la ilegalidad, consolidando el peligroso e injusto modelo de premiar al clandestino mientras se penaliza al que asume costos y cumple con la compleja tramitación. Sin duda, disponer a tiempo real de imágenes nítidas y programas de detección de obras ilegales, permitiría actuar de forma inmediata, controlando eficazmente el grave problema de degradación paisajística que sufrimos.

Igualmente, en el campo de la movilidad, podríamos conocer al instante la situación del tráfico en cualquier punto de nuestra islas, detectar accidentes, controlar los semáforos, localizar vehículos, etc. También, el satélite artificial podría detectar instantáneamente cualquier foco de incendio, medir la contaminación del aire y controlar todo tipo de vertidos. Al mismo tiempo, podemos conocer el intenso tráfico marítimo de grandes y pequeñas embarcaciones que surcan permanentemente nuestra aguas, controlar posibles vertidos o limpiezas clandestinas, preveer accidentes o derrames, localizar pateras, detectar tráfico de drogas y pesca clandestina, etc. Lo mismo ocurriría con el tráfico aéreo y la seguridad de las islas. Otro campo altamente beneficiado sería el de las comunicaciones, tanto interna como externa, posibilitando múltiples aplicaciones en telefonía e imagen.

Así, una lista interminable de aplicaciones y beneficios directos que abarcaría todos los aspectos de nuestra realidad cotidiana y que, en conjunto, permitirían ahorrar costos y mejorar la eficacia de los servicios de inspección, regulación, control y seguridad, en casi todos los campos y disciplinas imaginables, además de reforzar en último término, la unidad e identidad de nuestro país.