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Ley del Suelo: grotesco maltrato al Medio Ambiente del Gobierno Canario

Teo Mesa

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Como se preveía, el Gobierno Autonómico ha cumplido con su promesa a los empresarios inversores. En fidelidad a sus amos, con alevosía veraniega (como en los viejos tiempos de la férula dictatorial, de colar las discutidas leyes en tiempos de ocio y vacaciones), les ofrece a los demandantes empresarios la Naturaleza y el Medio Ambiente del delicado territorio canario, para que especulen en total libertinaje con esta ultrajante Ley del Suelo que acaban de aprobar. Para este ignominioso fin, invalidan la Cotmac, como órgano regulador del territorio en sus competencias moderadoras y de organización, que tampoco era este ente de exquisito mimo al espacio natural y sus equilibrios urbanísticos. Con esta ley del suelo se favorece el pelotazo escandaloso y continuado en el urbanismo isleño a los especuladores, a diestro y siniestro, gracias a esta torpe legislación del Gobierno Canario.

Ahora le otorga barra libre (y demás atropellos y corrupciones) a Cabildos y Ayuntamientos del Archipiélago, para que éstos a su antojo y trapisondas, den arbitrarios permisos constructivos sin orden ni conciertos, por doquier, que acabará en un guirigay en desórdenes urbanísticas y engullir todo el espacio que queda libre para que se edifique. Todo será en un menosprecio al Medio Ambiente. Esta funesta aprobación ha sido peor que el trágico incendio de la isla de La Palma de hace pocos días.

Tanto el presidente de la Autonomía Canaria, y ningún otro órgano colegiado como el Consejo Consultorio del Gobierno de Canarias, tienen la potestad para arruinar el Medio Ambiente en el que desarrollamos nuestras vidas, con bienestar, salubridad y complacencia con la estética que nos brinda la Naturaleza, no con antiestéticos e irrespirables mazacotes de cemento con puertas y ventanas, que dañan el sentido común y la visión de estos cajones. Por muchos que sean los votos por los cuales ocupan sus cargos, no les asiste el derecho a dar un hachazo, en perjuicio de todos, a lo poco que queda de nuestra Naturaleza virgen canaria y sus ecosistemas. Este es un terrorismo como cualquier otro.

Este es un asunto de profunda magnitud, nos compete a todos cualquier alteración o interesada desprotección en los equilibrios del Medio Ambiente, a favor de unos pocos inversores locales o foráneos. Especuladores apátridas que su única nación es la cuenta bancaria en los paraísos fiscales. Por lo tanto, es una grave legislación que debe ser competencia absoluta de todos los habitantes de las islas. Los ecocidios no pueden ser permitidos en ningún mandatario ni caben en mente sensata. Máxime cuando ha sido esta Ley del Suelo tan contestada por su anómala configuración y conservación del paisaje, por varios de los colegios profesionales: arquitectos y biólogos; sindicatos, partidos políticos, ecologistas, naturalistas particulares, etc. Este es un tema de trascendental importancia y alto calado para ser consensuado con todos los habitantes de Canarias.

Nunca he entendido cómo los nacionalistas que adoran a su tierra (o cuenta corriente), protegen y desean las mejores dichas para el Archipiélago y sus gentes nativas: dictan, rechazan o renuevan leyes para beneficio de unos pocos transformadores del singular paisaje isleño. Como ha quedado palpable en todos los nacionalismos del Estado español, incluyendo éste, adoran efusivamente a su terruño, su cultura “y sus tantos por cientos”, como ha sido inequívoco y parangón, aquí, allá y acullá. Usan un formulario de despropósitos para llegar al poder hurgando en la sensiblería de las confiadas gentes por su patria chica.

Son los mismos ‘nacionalistas’ protectores de las gentes, el territorio y su Naturaleza, los que retocaron el Catálogo de Especies Protegidas de Canarias, anulando todo lo establecido anteriormente por ley y relacionado con el ecosistema de Granadilla y su entorno, para construir el discutido puerto del mismo nombre, en aquel entorno tinerfeño. El objetivo fue no paralizar las obras de los especuladores del sistema, ante las denuncias de la plataforma creada en contra del muelle y de los ecologistas. Pero, “poderoso caballero es don dinero”, describía, con toda razón, Francisco de Quevedo. Y a los ‘benefactores nacionalistas’, que más les da, que se destruya su hábitat y maten a unas especies vivas de aquel lugar, ya que no generan “puestos de trabajo”, en su trillado escudo de pueril intento de convencimiento. Y asimismo, tienen la desvergüenza de solicitar de la UE. mil millones, para mejorar la biodiversidad de las especies.

El frágil territorio natural canario, de cara a los que aquí habitamos y como oferta hacia el turismo que nos visita, en el ofrecimiento de una Naturaleza virgen, protegida, diversa y de desarrollo sostenible, y muy distinta a todas las restantes turísticas, se quedará, con este estúpido proceder, en yermos solares y con más antiestéticos cajones de cemento armado con puertas y ventanas. Y para mayor inri, se nos presenta esta ley del suelo, con embustes y tropelías hacia todo lo existente con anterioridad, como la panacea para el urbanismo y progreso económico de la región.

Incomprensible es la ceguera, sordera y el silencio cómplice del PSOE, quienes han quedado subyugados por la simpleza de CC y su presidente —y sus amenazantes rompimientos de pacto—, quienes no se posicionan ante una ley que va en contra del pensamiento ideológico y los principios del partido. Pero los cargos compartidos de la política regional, la moqueta de los abrigados despachos y el coche oficial, les producen desmemoria, en los ocupantes de esos contratos prestados y eventuales en la política y sus comportamientos. Pero bien saben, que los ciudadanos en esta edulcorada democracia española no olvidan ni premian con el voto cuatrienal.

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