Espacio de opinión de Canarias Ahora
Un terrorista protegido
Las correrías del ex agente de la CIA dejaron huellas de atentados terroristas sobre todo en Cuba, algunos de ellos reconocidos por el acusado, y el conjunto centroamericano. Considerado un héroe por el sector duro del exilio cubano en Miami, al menos uno de los delitos más graves está probado. Washington parece atrapado en una disyuntiva de hierro. De seguirse negando a la extradición de Posada Carriles a Venezuela por la explosión del vuelo 455 de Cubana de Aviación, su credibilidad sobre la lucha contra el terrorismo venga de donde venga corre graves riesgos. Suponiendo, eso sí, que le quede algún gramo de autoridad en este asunto tan aireado para justificar la desmesura de su armamento, guerras ilegales y ocupaciones militares.Vamos a verlo. Posada Carriles aterrizó durante la década de los 60 en Venezuela, incorporándose a la policía política (DISIP) como Jefe de Operaciones y enlace de la CIA. Algunos de los activistas políticos torturados por él todavía lo recuerdan y reconocen sin lugar a dudas. Creó en 1974 una supuesta agencia caraqueña de detectives llamada Investigaciones Comerciales e Industriales, desde donde preparaba sus planes bien escondidos. Ayudó a los terroristas de Orlando Bosch, con quien perpetró diversos atentados dentro y fuera de Venezuela.El 5 de octubre de 1976, Posada, Bosch y dos venezolanos llamados Hernán Ricardo Lozano y Freddy Lugo mantuvieron un encuentro en un chalé (quinta) de Caracas, donde ultimaron los preparativos del atentado contra un avión de Cubana de Aviación, en el que colocaron dos cargas explosivas. Murieron 73 personas, la mayoría jóvenes deportistas cubanos que regresaban a su país después de competir. Posada fue detenido e ingresó en prisión, donde permaneció hasta que logró darse a la fuga en agosto de 1985. ¿Alguna prueba sobre su culpabilidad? Papeles desclasificados de la CIA y del FBI que lo confirman aparte, el mismo Posada lo confesó: estábamos en guerra con Cuba y ese avión había que tumbarlo.Caracas solicitó la extradición del terrorista hace casi dos años. Sin declararlo abiertamente, Washington apela a la animadversión que le provoca el gobierno de Hugo Chávez para negarse. Respuesta insuficiente. Existe un acuerdo bilateral entre Venezuela y Estados Unidos firmado en 1922, así como un convenio para la represión de actos contra la seguridad de la aviación civil firmado en Montreal en 1971, por el cual la deportación de un terrorista es obligatoria. El atentado contra Cubana de Aviación carece de otra caracterización distinta a la de acto terrorista con resultado de muerte para 73 civiles inocentes que tampoco participaban en guerra alguna. El autor confeso debe regresar a Caracas si Estados Unidos, como parece, sigue mostrándose en contra de procesarlo por ese mismo delito. Pero entonces vayan ahorrándose los discursos sobre la guerra mundial contra el terrorismo venga de donde venga. Depende.
Rafael Morales
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