La confesión pública que quiero hacer es que voy a volver con mi primera novia. Lo escandaloso es que lo he decidido justo unas semanas después del nacimiento de mi segundo hijo. Ahora que parece que había sentado cabeza: vivo feliz con mi compañera, estoy hipotecado y cada junio le cuento mi vida a Hacienda. Precisamente ahora decido volver con mi primera novia. Lo mejor de todo es que en casa todos me apoyan. Al chiquillo se lo conté nada más decidirlo. Tenía sólo 15 días de vida. Se lo dije primero a él como entrenamiento. Solo justo cuando acababa de estar pegado a la teta de su madre. Se limitó a abrir los ojos y a eructar. Lo interpreté como una expresión árabe al final de la comida: “bien hecho”. Después se lo dije a mi hija. Ella me respondió en su lengua intercultural de dos años, pero su sonrisa la interpreté como un “ánimo papá”. Curiosamente la más expresiva, la que me apoyó en un español perfecto fue mi compañera, la única extranjera de la casa. Me dijo que si me hacía ilusión, debía de volver con mi primera novia. No sé si lo dijo porque al ser nórdica lleva en la sangre la tolerancia a las costumbres libertinas, o porque todas las suecas tienen el síndrome de Estocolmo. Lo decidí hace unas semanas. Mi primera novia me llamó a la puerta y me preguntó: ¿no me echas de menos? Le respondí con sinceridad: no soy el que conociste hace veinte años. Ya tengo familia. Me siento muy feliz con mi compañera y mis hijos. Reconozco que en el terreno laboral estoy aburrido. Después de describirle la situación a mi primera novia, ella entendió que le estaba respondiendo que sí. Que quería volver con ella. Y es cierto. Vuelvo con ella, vuelvo a la radio. Veinte años después de conocerla en el Lomo Blanco(Radio Guiniguada), quince años después de enamorarme de ella en El Sebadal (Canal 28 Onda Cero), quiero regresar con ella. Ya no soy aquel soñador recién salido de la universidad. En tres lustros de oficio he vivido más pesadillas que sueños. Pero me siento con las mismas ganas de entonces de trabajar en un medio donde la palabra es más importante que la imagen, donde la reflexión no está reñida con el humor, donde el trabajo consiste en escuchar muchas voces, donde no hay focos ni maquillaje que puedan ocultar la mediocridad. Así viví la radio cuando me conquistó. Hoy la tecnología ha cambiado, pero el espíritu puede ser el mismo. Por eso quiero volver con ella. Por cierto, la novia se llama CANARIAS AHORA RADIO. Estoy deseando que llegue el lunes, porque a las nueve de la mañana tengo mi primera cita con ella. Aunque haya cambiado de nombre, espero que esta novia me permita vivir una relación con la misma frescura que la primera vez, con las mismas ganas, con la misma pasión por la libertad. Sé que sin haber empezado ya están por ahí criticando nuestro noviazgo, pero eso forma parte de este sistema, donde en el libre mercado la mediocridad cotiza al alza, y sobran los voluntarios para tirar piedras sobre los que elijan un camino distinto al señalado por los que ganan todas las batallas, incluso las que pierden. Juan García Luján