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Espacio de opinión de Canarias Ahora

Zona gris

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Cada vez que regreso a España, me doy cuenta de que mi país se ha convertido en una enorme zona gris en la difícilmente se pueden ver los extremos sociales e ideológicos que parecían polarizar la vida de buena parte de la sociedad. Ya nada es lo que parece, ni siquiera atendiendo al cargo, trayectoria y/ o bagaje profesional de la/ s personas implicadas.

Da igual que estemos hablando de un empresario, de un cargo público, de un noble o de un intelectual. La sensación que sobrevuela a quienes debemos asistir como mudos e impasibles testigos de esta representación es que todos los actores que interpretan esta tragedia, con toques de comedia surrealista, se esconden detrás de máscaras, las cuales ocultan, a su vez, el hueco que llena su misma existencia.

Y no importa lo digan, siquiera lo que hagan, ya no. Nos terminan por resultar una suerte de magos de tercera categoría, empeñados, éstos, en hacernos creer en un truco que tiempo atrás dejó de ser creíble para convertirse en una farsa de muy mal gusto. Ni sus manos son ya más rápidas que nuestros ojos, ni su desfachatez nos cae tan bien como antes, sino todo lo contrario. Tal y como el mago de tercera ya mencionado, vemos la trampilla que hace desaparecer a su asistente y el conejo permanece en la caja por mucho se empeñen en decir “Abracadabra”. Cansa, exaspera, incluso enerva, verlos mentir, trapichear, emponzoñar la sociedad con su descaro y su afán por hacernos ver la realidad como según a ellos les gustaría que fuera.

Claro que el dinero malversado, dilapidado en pagar a los codiciosos de rigor, derrochado en calmar las ansias de “nuevos ricos” de toda una caterva de depravados, miserables y lameculos de postín? ese dinero no aparece por ningún sitio. Ni siquiera en esos maravillosos “paraísos fiscales”, engendros económicos a la medida de quienes consideran robar a los pobres como un bien para bienestar personal.

Lo dicho, “Ahora lo ves”? “Y ahora sólo ves un mamotreto inútil, sin sentido y megalómano, ideal para que quienes nos dieron dinero de manera poco clara medren un poco más”.

Y mientras tanto, la sanidad, los servicios sociales, la cultura, los colegios, institutos y universidades se desangran, lentamente y sin remisión de causa. “Estamos en crisis y hay que apretarse el cinturón!” -proclaman cual papagayos esperpénticos, ciegos y sordos ante la realidad que les rodea.

Da la sensación de que serían incapaces de defenderse ante una horda de zombis hambrientos, vistas las muestras de ceguera, sordera e ineptitud demostradas, día a tras día y sin que por ello les tiemble, siquiera, una ceja.

Puede que ellos sepan que, pase lo que pase, su estatus está garantizado y que siempre tendrán, no sólo maleteros y lameculos a su alrededor, sino la llave de caja de los dineros, motor de una sociedad cada vez más agotada, carente de esperanza y abocada a sufrir cualquier vejación con tal de poder llevarse algo de comer a la boca.

Lástima que, en medio de uno de sus decrépitos trucos de magia, no prueben a ser cortados por la mitad por alguno de sus “extraños compañeros de cama”, o a sumergirse en un tanque lleno de pirañas. Atendiendo al cálculo probabilístico, algunos no lo superarían y, qué quieren que les diga, no sería una gran pérdida, sino todo lo contrario.

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