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Su seguro servidor

Cristóbal D. Peñate

Nos habían hecho creer que el Senado no servía para nada pero nos mintieron como bellacos. Que se lo pregunten si no a Fernando Clavijo y a Asier Antona. Los líderes de los partidos perdedores en las últimas elecciones autonómicas en Canarias han comprado billete a la Cámara Alta para vivir del cuento durante los próximos cuatro años.

A Clavijo, después de perder la Presidencia del Gobierno de Canarias, sus compañeros de filas le han regalado un hermoso escaño en el Senado que muchos entienden como una forma de evitar la justicia exprés después de que haya sido imputado por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias por unos presuntos delitos cometidos cuando fue alcalde de San Cristóbal de La Laguna.

Su elección como senador por la comunidad autónoma le haría obtener el estatus de político aforado y no podría ser juzgado por la juez de La Laguna sino por el Tribunal Supremo tras la petición del pertinente suplicatorio en la Cámara Alta.

Casi simultáneamente, el PP nacional le acaba de hacer otro regalo, en este caso envenenado, a Asier Antona después del enfrentamiento indisimulado que Pablo Casado y Teodoro García Egea están protagonizando con el presidente del partido en Canarias.

Las disputas internas del PP están siendo un espectáculo poco edificante en el partido de los conservadores. Para acabar con este circo, la dirección nacional ha cortado por lo sano ofreciéndole a Antona un pingüe negocio disfrazado en una oferta que no podía rechazar al obsequiarle con un escaño senatorial muy bien pagado a cambio de no hacer prácticamente nada. Solo dejar la presidencia en Canarias y mirar para otro lado.

Los partidos políticos juegan con el dinero y la paciencia de los contribuyentes y colocan a sus más conspicuos representantes en una institución que no sirve para casi nada, si exceptuamos la excelente remuneración a sus compañeros más peligrosos, a esos que molestan teniéndolos cerca y que por eso los trasladan a la metrópolis para que sigan disfrutando de sus prebendas sin molestar a sus jefes. Todo eso no sale gratis, como la escandalosa subida de sueldos de los cargos públicos tras las elecciones.

Todo eso lo pagamos nosotros de nuestros bolsillos. ¿Quién dijo que el Senado no servía para nada?. Que le pregunten a Clavijo y Antona. Los políticos ponen el Senado a su servicio. Para ellos es su seguro servidor. Y tan seguro. Es su seguro de vida.

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