Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Más suscriptores y menos lectores

Salvador García Llanos

0

Superado el estado de alarma, que no la pandemia, continuará el proceso de cambios y transformaciones en el ámbito de la comunicación. Los consumidores de la información asistiremos a la desaparición de cabeceras, a la fusión de empresas editoras y a iniciativas de cooperación periodística que, sobre el papel, sustanciarán la competitividad y contribuirán a un más alto nivel cualitativo de los productos que se ofrezcan.

Una de las estrategias que ya desarrollan algunas marcas es la de pagar por leer. O lo que es igual, acceder a los contenidos informativos, previa suscripción al medio o a las ediciones digitales. Se llaman muros de pago. Puede que España se incorpore algo tarde a un hecho que ya no tiene marcha atrás pero que es una de las características principales y evidentes del denominado cambio de modelo de negocio, salta a la vista. Un cambio que se aprecia no solo en el consumo de información, en sus hábitos y en sus modos, sino en el concepto mismo de su funcionamiento: las estrategias tradicionales se han resquebrajado, el papel parece tener las horas contadas, las alternativas de formatos arrevistados y ajustados a determinados fechas (por ejemplo, las del fin de semana) van pasando de la experimentación a la consolidación y así se va quebrando aquel viejo principio de que todos los medios sean generalistas y se financien con publicidad. La situación de los periódicos impresos, uno de cuyos canales de financiación, aunque reducido, era también la venta de ejemplares, es en muchos casos insostenible.

O sea, que la suscripción ha llegado para quedarse, liquidando, de paso, el imperio de la gratuidad. El ‘gratis total’ va a dejar de ser una excepción. Ya no será hegemónico, desde luego. Escribe el periodista Juan Carlos Blanco que “el concepto fetiche de este nuevo tiempo ya no es el del número de lectores, de visitas o de páginas vistas. Eso se queda para quienes siguen obsesionados con el SEO (el proceso que sirve para mejorar la visibilidad de un sitio web en los resultados orgánicos de los diferentes buscadores) más viral. Ahora el concepto fetiche es el de suscriptor”. Por eso, una de las conclusiones a las que se llega es que todos andan en busca no de lectores sino de suscriptores.

Estamos, entonces, ante un panorama de competencia informativa distinto en el que será indispensable amasar las fortalezas para ganar la confianza de los suscriptores. Las empresas y las marcas no podrán siquiera esgrimir la añoranza. Ese tiempo pasado no volverá. Ahora hay otros valores que habrán de cultivar sin reservas si quieren encontrar un hueco en lo que se presume será un feroz mercado. Es más, no hay muchas alternativas que digamos. Blanco opina que “el cordón umbilical que une a los lectores con sus marcas periodísticas, debe traducirse en un compromiso recíproco en el que ambas partes tendrán sus obligaciones: el de la marca periodística será el de ofrecer un producto que sea útil y del que te puedas fiar y el del ciudadano será el de contribuir de algún modo a que ese medio pueda seguir siendo sostenible y lo suficientemente sólido como para soportar las presiones políticas y económicas que sufren los medios que son capaces de influir en su entorno”.

A la pregunta si, en consecuencia con lo anterior, hay que pagar siempre por las noticias, la respuesta es que son posibles excepciones o alternativas, bien es verdad que ajustadas a eventos, generación de contenidos de marca y prestación de determinados servicios, entre ellos, los de comunicación. Y si apuran, en algunos casos, hasta de la publicidad misma.

La filosofía es clara: si se paga por ver fútbol y otros acontecimientos deportivos, series, cine y similares, por estar entretenidos en definitiva, habrá que hacerlo por estar informados. Queremos medios y productos de calidad, que robustezcan el periodismo en sí mismo y, de paso, la salud democrática de nuestras sociedades. Y lo queremos porque cada vez somos más conscientes del entorno de saturación mediática que nos envuelve, donde los bulos y las paparruchas circulan intensamente en redes y grupos de mensajería móvil. Ahí es donde los medios tendrán que hacer viables los nuevos modelos de negocio a partir de la credibilidad o confianza que generen en la comunidad en la que prestan sus servicios. En en el análisis sobre el particular del periodista Juan Carlos Blanco, se señala que “los medios de comunicación son un ‘valor refugio’ ante las toneladas de basura pseudomediática con las que nos topamos a diario. Y tienen que aprovechar su posición”.

Habrá que pagar por ese nuevo periodismo, pese a que haya tantísimas informaciones en abierto, hecho que hará difícil que la gran mayoría pague por contenidos informativos, e incluso habrá quien diga que prefiere pagar por estar entretenido que por estar informado. Algo que ya ocurrió cuando a los periódicos les dio por promociones de muy diversa índole y eran numerosos los compradores que en el quiosco renunciaban al ejemplar para llevarse solo el artículo/obsequio. Pero la idea está cada vez más extendida: el periodismo también hay que pagarlo, sobre todo si se quiere contar con empresas informativas sólidas y solventes capaces de ejercer de contrapeso de los poderes políticos y económicos.

Por tanto, más suscriptores y menos lectores.

Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Etiquetas
stats