El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Aquella aberración de Luis Hernández
La puesta en venta del centro comercial El Muelle nos ha trasladado a aquellos vibrantes años del pelotazo fácil, de la presidencia de Luis Hernández en la Autoridad Portuaria de Las Palmas, cuando se compraban por 2.500 millones de pesetas dudosos derechos sobre suelo militar en La Isleta que se perdían acto seguido por mala cabeza. Los años de diseño del frente marítimo que más tarde, ya con Arnaiz en ese privilegiado puesto, dieron lugar al colosal apaño de la Gran Marina, una de las mayores frustraciones de nuestra nunca bien ponderada Pepa Luzardo, la que se gastó sólo en pulseras reivindicativas 30.000 euros. Siendo alcalde de la ciudad José Manuel Soria, Ayuntamiento y Puerto parieron ese centro comercial llevando hasta el límite no solamente la Ley de Comercio de Canarias, sino los usos autorizados en la zona portuaria. Las prisas por abrirlo fueron de tanta inconsciencia, que llegado el momento el centro no tenía ni licencia ni conexión eléctrica normalizada. Cojo desde el principio al carecer de gran superficie de alimentación, El Muelle fue bautizado como el mamotreto y ha sobrevivido gracias al ocio nocturno y los cines. El nuevo impulso de los cruceros puede ser ahora su salvación. Su ubicación cercana al viejo edificio Woermann, demolido con nocturnidad y alevosía por orden de Soria para sustituirlo por la actual construcción emblemática, contribuyó a acrecentar la afrenta de una ciudad que presenciaba cómo la invadía con descaro el pelotazo y la ley del ladrillo y tentetieso. Luego vino el canódromo, pero ésa es otra historia.
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