Efectivamente, Guillermo Reyes dejó activo dentro de Urbanismo un curioso equipillo de abogados ajenos a la plantilla municipal que se habían tomado unas atribuciones realmente llamativas y que actuaban como si fueran los dueños del cortijo. Con la llegada del nuevo gobierno municipal se fue desactivando el equipo gracias al vencimiento de algún contrato de asesoramiento y a través del mencionado concurso para la provisión de tres plazas de letrados. Uno de los damnificados, Francisco Rodríguez Artiles, no ha podido encajar muy bien el nuevo orden y, dos días antes de que se le comunicara oficialmente que debía mandarse a mudar, denunció a un jefe de servicio y al concejal del área por acoso moral en el trabajo, más conocido por mobbing. Por la vía penal y en el 6, que es como se dirimen últimamente todos los asuntos que tienen que ver con los Reyes. Se da la circunstancia de que este letrado denunció en su día al anterior jefe de servicio, José Luis Mena, imputado en Faycán y en Doramas, por supuestas amenazas para que, teóricamente, no contara todo lo que sabía. Y debe haberse pasado al lado oscuro de la fuerza el hombre, quizás prendado del poder de convicción de Mena, que es otro ser grandioso del urbanismo teldense.