La estrategia de defensa de los cuatro imputados parece clara. O al menos la de los tres que más directamente han tenido que ver con el diseño, crianza y ensolerado del concurso de la hemodiálisis, porque damos por superado que el señor Jorcano pasaba por allí y se dejó llevar por el diseño que del apaño hizo Javier Artiles. Los funcionarios del Servicio Canario de Salud han sostenido siempre, tanto dentro como fuera del juzgado, que fue la secretaria general de este departamento, Lourdes Quesada, quien impuso los criterios de adjudicación y quien directamente ordenó suprimir las cláusulas restrictivas que, de haberse mantenido, hubieran dejado fuera a Lifeblood. Pero ante la juez María Victoria Rosell, la señora Quesada fue contundente al afirmar que actuó así en ejecución de las órdenes que a su vez había recibido de su inmediato superior, el director general del Servicio Canario de Salud, Guillermo Martinón. A tal fin, éste habría entregado esos criterios de adjudicación a Lourdes Quesada en un lápiz óptico conteniendo un archivo escrito en un programa, Vista Home, que no se usa en ningún centro adscrito a la Consejería de Sanidad, ni siquiera en el hospital Doctor Negrín, donde teóricamente debió haber escrito esas prescripciones la doctora Palop. Guillermo Martinón ha sostenido esa misma tesis, que fue Palop quien le dio en un pendrive los criterios técnicos por los que debía regirse la adjudicación. Pero, ¿lo escribió realmente la doctora Palop?