Usted ve aparecer a ese antiguo cuñado y piensa que viene a solidarizarse, a echar una mano en la medida de lo posible, a ver qué se puede hacer por sacar adelante a la familia que queda. Y, en la primera conversación lo que descubre es que el interfecto se ha presentado a preguntar en qué lista de afectados se tiene que inscribir para que lo contemplen a él también a la hora de la indemnización. Hemos preguntado si vale la pena por dinero ser tan rastrero y la respuesta que nos han dado tiene forma de cantidad económica. Se estima que las indemnizaciones pueden partir de 300.000 euros por fallecido. Y si pone usted el caso en manos de un bufete especializado, quizás pueda obtener mucho más. Ya vamos comprendiendo, ya. Mientras, el dolor sigue instalado en la inmensa mayoría de los familiares, que poco a poco, a medida que avanzan las identificaciones, van abandonando Madrid para enterrar a sus muertos.