La ausencia de Eva Navarro del pleno de su dimisión le ahorró un mal trago, el de tener que oficializar que deja en manos de su enemigo íntimo número uno, Marcos Brito, de CC, el mando de la oposición y, cuando se sustancie la anunciada censura, la alcaldía del Puerto de la Cruz. Esa enfermedad que desconocemos le permitió esa ausencia, lo que nos lleva a pensar que debe ser una dolencia más grave que la que provocó su baja médica de enero, porque tras ella no se ha perdido pleno corporativo ni comisiones informativas, ni ha dejado de celebrar todo tipo de ruedas de prensa, al menos dos de ellas en compañía de la presidenta insular de su partido, Cristina Tavío. Deseamos a Eva Navarro un pronto restablecimiento de ambas dolencias médicas y mucha suerte en su nuevo cometido, bien en Televisión Española o bien en la política en cualquiera de sus acepciones. Y a los ciudadanos del Puerto de la Cruz, mucha paciencia, que ya han vivido en un pasado no muy lejano cosas peores de las que van a ver en los próximos meses.