Ya habrán visto la que se ha montado a cuenta de nuestro chivatazo sobre las manías persecutorias de José Manuel Soria, o mejor dicho, sobre su afán por tener escoltas que le hagan aparentar que es más pez gordo de lo que es. Ha sido la primera escaramuza que el vicepresidente ha hecho a Paulino Rivero, que trataba de ser elegantísimo en estos inicios de legislatura sin prever que las majaderías de su socio iban a poner a su Gobierno en el un brete. Les decíamos ayer aquí mismo que también gozaba de escolta, aunque de carácter privado y mucho menos costosa, el secretario general de los socialistas canarios, Juan Carlos Alemán. Él mismo nos telefoneó para aclarar que así fue durante varios años, hasta que fue investido presidente Paulino Rivero, momento en que renunció a ese derecho al dejar de ser presidente del Grupo Parlamentario Socialista.