De la trayectoria política de Ángel Llanos se pueden decir muchas cosas, y casi ninguna buena. Sus modos ultraconservadores, su soberbia muy al estilo soriano, su afectación, sus excesos antidemocráticos y su controvertida lealtad han marcado su paso por el Ayuntamiento de Santa Cruz. Pero se ha convertido en el alumno más aventajado de Miguel Zerolo y de ATI en lo que a la utilización electoralista y clientelar de los recursos públicos se refiere. Al frente de la Sociedad de Desarrollo de Santa Cruz, Ángel Salvador había conformado un auténtico ejército de estómagos agradecidos que se multiplicaban por ene cada vez que el PP local tocaba a rebato. Lo estaba viendo Zerolo en primera línea, y si no lo veía, su partido lo alertaba constantemente. En paralelo, el desgaste político del alcalde como consecuencia, entre otros asuntos, del caso de Las Teresitas, provocaba una pérdida destacable de terreno electoral inversamente proporcional a la popularidad que iba ganando el dirigente pepero. Era una amenaza indisimulada.