La salida del PSOE en defensa de los consejeros elegidos a propuesta suya para el consejo de la Radiotelevisión Canaria responde a una lógica aplastante: nadie dispone de tiempo, hacienda y ganas de meterse en un lío similar si no es por indicación de la superioridad. Lo otro, el silencio, la abstención, el terror... hubieran conducido indefectiblemente a la retirada de la denuncia, y eso se descartó por completo este lunes. El consejero González Chaparro, quizá el más carismático y atacado de los tres denunciantes, desarrolló este lunes una jornada normal, la de su profesión de arquitecto. Almorzó con dos amigos en La Masía de Canarias y luego participó en varias reuniones. Su teléfono móvil no paró de sonar en todo el día porque, además de tener un millón de amigos, todo el mundo quería solidarizarse con él.