También opinó sobre esta estrambótica operación el Banco de España, cuyos auditores no salían de su asombro ante la avalancha de disparates cometidos por Juan Francisco García antes de ser fulminantemente despedido de La Caja. En un informe fechado el 14 de septiembre de 1999, los auditores de este organismo concluyeron que la entidad había comprado “dos locales comerciales por 200 millones [de pesetas], el doble de su valor previsible, por lo que se requiere una cobertura de 100 millones” en los presupuestos de la entidad para el siguiente ejercicio. También esta operación constó en la querella que La Caja interpuso contra García por cinco delitos, entre los que se encontraba la estafa, querella que fue finalmente sobreseida cuando la entidad, el comité de empresa y por último la fiscalía, retiraron sus acusaciones tras alcanzarse un acuerdo de devolución de las cantidades quebrantadas. Es lo que hay, que diría el famoso reponedor. Continuará.