Que Soria no nació para aguantar la crítica es cosa sabida por todos, especialmente por los que nos dedicamos a la incómoda tarea de afearle sus excesos, sus berrinches y el escaso valor que da a la honradez. Por eso no hemos sido los primeros sorprendidos por su airada reacción contra todos los que le han criticado por haberse acogido a una beca para un curso de economía en la Universidad de Harvard. Lo que él pretendió presentar públicamente como un mérito más en su carrera hacia un cargo público en la corte de Mariano Rajoy, se le ha vuelto una pesadilla que empezó primero en los periódicos canarios y ha terminado de momento en las redes sociales. Por no admitir no admite ni los comentarios de internautas que le desean que le aprovechen las langostas, a los que contesta con insolencias del tipo “demagogia en boca de un investigador, no, gracias”, o “¿lo has entendido ya o no?”, o “manda huevos, hablas sin estar informado”. A la directora de La Provincia, Teresa Cárdenes, también le dedica algunos entrañables comentarios referidos a su currículo académico, y todo para defender que haya ocupado plaza de técnico comercial del Estado para acudir a un curso que en parte está financiado con dinero público. Claro que él sostiene que no porque quien lo organiza es una asociación privada. Llueve sobre mojado y quizás por eso no se le deja pasar ni una que tenga que ver con el mal uso del dinero, particularmente el público.