Durante los últimos años se ha ido implantando un nuevo modelo de relaciones entre Canarias y el Sáhara, o entre Canarias y los territorios del sur, como llaman los pro marroquíes. Mediante ese nuevo modelo la cooperación, la ayuda humanitaria y la solidaridad han ido perdiendo cierto peso en las relaciones bilaterales para ceder un espacio importante a las relaciones comerciales. A pesar de la prohibición expresa de Naciones Unidas al respecto, Marruecos sigue utilizando los recursos de estos territorios como propios y algunos avispados comerciantes canarios se han alineado con la parte más poderosa del conflicto para hacer negocio de la más variada condición. Paralelamente, entidades como la Cámara de Comercio propician foros y órganos con teórica vocación de árbitros, que en realidad se están convirtiendo en auténticos lobbys marroquíes. Es el caso de la junta de arbitraje que ha auspiciado Paco Rodríguez Batllori, posiblemente con mejores intenciones que bondadosos resultados.