Ya han aflorado, incluso en Internet, los ciudadanos carnavaleros cabreados con el Carnaval, que también los hay, no se vayan a creer. Son los adjudicatarios de los chiringuitos, que se sienten “estafados” por el Ayuntamiento tras haber aflojado la nada despreciable cantidad de 1.800 euros de curso legal por barba y haber sufrido las inclemencias del tiempo y la escasa afluencia de público, si se la compara con lo ocurrido en años enteriores. Además, se quejan de que un consistorio tan carnavalero no se haya ocupado durante las fiestas de sus “obligaciones de control, orden y devolución de cantidades monetarias (conforme pone en contrato)”. En total son unos cincuenta afectados que habían depositado muchas esperanzas en hacer su agosto en febrero y se quedaron compuestos y con chiringuitos, pero sin beneficios, a decir de ellos mismos. El Ayuntamiento, de momento, les ha dicho que esperen a después del Festival de Cine porque ya se sabe que el calendario municipal se rige por las apoteosis culturales. O algo así.