Dice Bañolas, efectivamente, que no tiene en su agenda política romper con el PP en el Cabildo de Gran Canaria, y menos antes de empezar a probar qué se siente. Le alabamos el gusto, oiga, que ya le recriminarán sus electores y esos cualificados militantes que empiezan a estudiar la cuestión que en esta isla se haya dedicado a darle oxígeno a su principal competidor ideológico en las próximas urnas de las generales. Bravo de Laguna fue precoz y cerró con los nacionalistas antes de que alguien se pusiera a hacer esos cálculos y llegara a la misma inquietante conclusión. En Telde, el PP se comerá a Coalición Canaria por su respaldo a un gobierno municipal que parte lastrado por la corrupción y las malas artes, y en el Cabildo, a poco se dispare la bala perdida, veremos en qué se transforma esta amenazada quietud. El resultado será un PP más fuerte y una Coalición Canaria que no logrará su ansiado sueño de acabar con Román Rodríguez y Nueva Canarias, sino más bien todo lo contrario. ¿Y el PSOE? Pues en el Cabildo de Gran Canaria jugando a hacerse la víctima a la espera de que Bravo se mosquee con las chanzas de sus (dos) socios nacionalistas, los expulse del gobierno y haga vicepresidenta a Carolina Darias y consejero de Agricultura al gran Demetrio Suárez. A ver... catorce más siete, veintiuno. Pero si hasta suman. Y tampoco es incumplimiento.