No es ningún secreto que los vecinos del barrio de Siete Palmas andan muy cabreados con el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria por reducir (y luego cambiar de idea, como viene siendo la tónica habitual) las plazas de aparcamientos de superficie a cambio de dar prioridad al transporte público. Cuesta trabajo asimilar sus razones, pero cada cual defiende lo que considera oportuno. En su particular guerra de guerrillas, Siete Palmas, liderado por el centro comercial de igual nombre, emitió el viernes pasado un comunicado tratando de mofarse de las señales instaladas por el Consistorio para prohibir el aparcamiento de vehículos no turismos en determinadas zonas en las que se puede leer “Excepto Turismo”. Bajo el título de “Siete Palmas se sorprende por la calificación turística rebida (sic) por el Ayuntamiento”, los autores de esta antológica pieza se quejan del tamaño de las plazas de aparcamiento, y hacen el chiste de esa calificación turística que les lleva a preguntarse si se va a utilizar toda la avenida Felo Monzón a potenciar la primera industria de Canarias. Lo malo es que entre mofa y mofa, además de colar tonterías, meten ese gazapo ortográfico que hace que el chiste sea el autor de la pieza.