Comprendía el pasajero que ese apartado del avión fuera lleno, que no hubiera un hueco para el portaplanos y tuviera que depender de la azafata, que ocuparan la butaca del centro en las filas de a tres, que fuera igual de apretado pagando 409 euros que si hubiera pagado 60... pero lo que no pudo comprender es que la aeromoza le indicara que una señora que había detrás de la cortina, justo en la fila 12, protestara porque él había echado su butaca hacia atrás. El hombre recogió el chisme y pidió la hoja de reclamaciones para poder escuchar una nueva muestra del bisne de la Business: “Sí hombre, yo le doy la hoja y ponga usted lo que quiera”. Le faltó lo del “a mí plim”, pero a continuación recibió la mejor explicación de la compañía: “Es que la diferencia está en que aquí la comida es caliente”, le dijo la otra azafata en un respiro (en proporción había más azafatas por cada viajero en Turista que en primera). El viajero respiró tranquilo, al menos había comido caliente. Y encima le transportaron, es de agradecer.