La verdad es que no nos explicamos cómo no se nos había ocurrido antes, con lo que presumimos de conocer a estos mandamases que tenemos. Las TDT en manos de algunas adjudicatarias que conocemos y de las que pronto les hablaremos con todo lujo de detalles, son proyectos ruinosos en sí mismos, salvo que se cuente con un apadrinamiento institucional suficiente como para poder sobrevivir. Y ese empujoncito muy bien podría venir dado por la contratación de producciones audiovisuales para la Radiotelevisión Canaria. Así se explicaría también que el Gobierno haya obligado al ente público a dejar desierto el concurso de suministro de contenidos. Se lo irán encargando a las concesionarias de TDT para cumplir un doble objetivo: que aguanten como TDT cantando las excelencias gubernamentales, y renovando el pesebrismo, que es la actividad favorita de este Gobierno.