Nos ha llenado de gozo leer unas declaraciones del presidente del Gobierno asegurando que se aclarará el destino del último céntimo de euro gastado en el proyecto de Tindaya. Magnífico, si no fuera porque bajo el mandato del actual presidente han salido unos cuantos miles de las arcas públicas para hacer frente a los avales bancarios, ejecutados por el Santander una vez le fueron endosados desde otras entidades bancarias. Por cierto, eran miembros de Gobiernos nacionalistas, en los que Adán Martín se sentaba como vicepresidente, consejeros que llegaron a hablar en círculos restringidos de la internacionalización de capitales que sufrieron esos 1.960 millones de antaño. Uno de esos consejeros llegó a localizar ciertas cantidades en un paraíso fiscal. ¿Fiscal? No, no nos referíamos al Ministerio Fiscal, que aquí se condena a los que denuncian, no a los trapisondistas, a los que ni siquiera se les piden explicaciones.