Frente a las extravagancias de ciertos curas como el citado anteriormente en Telde, otros clérigos hacen buena la existencia de la vocación y del servicio a los demás. Lo demostró la tarde-noche de este martes el histórico Esteban Velázquez, una institución en la lucha por los menos favorecidos y contra la injusticia que todavía abunda con tanto descaro. Velázquez fue el encargado de decir la misa funeral que, en memoria de Mercedes Miranda, se celebró en la iglesia de Los Jesuitas en la calle del Espíritu Santo. La bronca que le metió a la clase política precisamente por olvidarse de lo que debería ser su obligación, fue de traca. Al tiempo que recordó a los meapilas que el cielo está lleno de gente atea y agnóstica que, sin embargo, se dedicaron en vida a favorecer a los demás y a trabajar por un mundo mejor.