Como era de prever, ya se ha situado en un lugar preeminente de la campaña electoral el fenómeno de la inmigración y la impresionante llegada de cayucos a Canarias. El PP decidió que el mejor momento para dar el campanazo era este pasado fin de semana y ha lanzado la frase más terrible que se podía lanzar: “hay una estrecha relación entre delincuencia e inmigración ilegal”. Lo han dicho los dirigentes populares sin cortarse un pelo, pero colocando por delante una frase que pretende ser responsable: “Dicho sea sin querer alarmar”. Tales asertos los ha documentado José Manuel Soria explicando que esa relación es normal teniendo en cuenta que los inmigrantes “tienen que comer y vestirse y en muchas ocasiones lo único que pueden hacer es robar”. La falacia es de un calibre colosal porque no hay datos que avalen estas afirmaciones y porque, a pesar de algunos partidos e instituciones insolidarios, los sistemas de protección y las ONG están funcionando de un modo bastante correcto. Lo demás son irresponsabilidades que sólo conducen a fomentar peligrosos sentimientos de xenofobia. Veremos en qué para esta locura.