Fueron los comunicólogos de Radio Tinamar los que un día de 2006 grabaron sin autorización una conversación sostenida por ellos con el que ahora es alcalde de Santa Brígida, Lucas Bravo de Laguna. Esa conversación, incorporada al sumario del caso Brisan, demostraba la naturalidad con la que el Niño Bravo compraba la voluntad informativa de la emisora, por supuesto con dinero público. Pero también quedaba acreditado el modus operandi de los gestores de la radio, que lo grababan todo, tanto presencialmente como por teléfono. Sus víctimas tenían que pasar por caja para evitar ser llamados “mierdas” y otras lindezas en antena. Y los que pagaban se convertían en auténticos héroes de las medianías. Todo ello con la permisividad de los regidores municipales de San Mateo quienes, a pesar de las numerosas quejas, jamás lograron meter en cintura a la emisora que protegían y financiaban. Siempre con dinero público.