Ustedes perdonen que analicemos con tanto detalle este agrio debate, pero lo comprenderán todo al final, cuando pongan en relación las acusaciones de Paulino Rivero con una reciente sentencia del Tribunal Supremo. El presidente (volvemos al Diario de Sesiones), acusó a Santiago Pérez de haber atribuido a una magistrada del TSJC el delito de prevaricación. La magistrada de referencia es Margarita Varona, la instructora del caso salmón, que lo acababa de archivar una semana antes alegando que Soria no había cometido cohecho porque aquel viaje suyo a Austria y Noruega había sido sin malicia alguna. Tras esas grandilocuencias de Rivero, y dándose por aludido, Santiago Pérez intervino para, entre otras cosas, hacer una perversa referencia a “los desconocimientos jurídicos del señor presidente del Gobierno, que no es la primera vez que firma o dice lo que dicen que diga”. Pero, al entrar en el fondo recordó sus críticas a la magistrada: “Sin que haya sido intencionadamente ni recibiendo instrucciones, que es lo que suele decir el Partido Popular, la señora magistrada que ha dictado ese auto [de archivo del salmón] ha antepuesto al criterio legal sus propias convicciones personales, y lo mantengo; los usos sociales que la señora magistrada cree que son admisibles y no lo son. Lex, en el Estado de Derecho, dura lex, sed lex: la ley, aunque dura, ley”.