“Tengo ganas y deseos”, vino a comentar Bravo ante su audiencia en El Sebadal, pero con los diplomáticos reparos de que primero eso lo debe decidir el partido que preside José Manuel Soria en Canarias. A nadie se le escapa ya a estas alturas de partido, que los Bravo, padre, hijo y espíritu no tan santo que anda siempre con la calculadora en mano y sin cortarse un pelo al teléfono móvil, y Soria, cuya comisaria política en la Casa Palacio hasta hace un año fue Rosa la Dama de Hierro Rodríguez, no se ajuntan más de la cuenta. Por eso, en esas claves, es ahora en las que hay que descifrar tanto movimiento bravista en Bravo Murillo, dispuesto a ganar el partido dentro del área, a amarrarse a la marca PP aunque vaya de capa caída en algunos sondeos que ya circulan por la isla, porque fuera, en ese pedazo de Coordinadora Cívica Canaria que ha montado su tránsfuga preferido John Sundays, con sede y todo en la calle Buenos Aires a razón de 750 euros mensuales, hace mucho frío, demasiado como para lanzarse a la aventura en solitario, por muy victimista que se ponga el presidente del Cabildo de Gran Canaria. Lo debe decidir su partido, sí, y Bravo se ha tirado al ruedo antes que nadie, con tiempo suficiente para poder neutralizar alternativas sorianas, y seguramente se lo haya comentado este mismo lunes al propio Soria antes de hacerlo público de esa manera tan íntima: “Tengo ganas y deseos, Pepe Manué”. Y el otro, “hala, pues no te cortes”. Ya se le ocurrirá al ministro cualquier perrería si encuentra por el camino algún buen partido para ser cartel electoral del PP en Gran Canaria. Al tiempo.