Lo malo de Soria es que cuando pone la directa no para, y no se da cuenta de que derrapa estrepitosamente. Los ejemplos que puso para endilgar a los socialistas un ancestral odio a los grandes proyectos de Gran Canaria se dan de narices con la realidad. Por ejemplo, si hubo alguien que se opuso al auditorio fue su socio y amigo José Carlos Mauricio, que se empeñó tanto en llevar la contraria al alcalde Rodríguez Doreste que hizo peligrar más de una y de dos cosas importantes para la ciudad. El auditorio lo hicieron y lo financiaron administraciones socialistas aunque lo inaugurara Soria. Y el Woermann... Pero, ¡hombre de dios! ¿Ya no se acuerda de que las críticas a ese proyecto partieron de su decisión de derribar de noche el viejo y protegido edificio Woermann alegando motivos de salud pública? Esa manera de hacer las cosas fue lo que recibió oposición y, luego, su megalomanía, su empeño en regalarnos grandes obras emblemáticas.