El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Y dilapidaciones
Se le enciende el verbo a la candidata Carmen Guerra cuando se enfrenta a un socialista. Cometió varios excesos, como eso de llamar “problema” a la inmigración para, a continuación, mostrarse partidaria de la misma por motivos económicos. El contrato de integración de inmigrantes fue, sin embargo, su auténtica tumba dialéctica porque, además de la “oblación”, la señora Guerra se empeñó en que hay que pedir al inmigrante que se comprometa a no andar dilapidando a la gente, ni a practicar la poligamia. De lo último nada tenemos que decir del subconsciente de esta aspirante a diputada, pero lo de la dilapidación nos recuerda a su primera y más conocida actuación pública, cuando a principios de los noventa se personó en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria con una caja llena de piedras para representar gráficamente los baches que sufrían las calles de Tamaraceite. Las piedras le acompañarán hasta el final de su carrera política, nos tememos.
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