Dimas Martín vuelve a la carga. Ha dejado reposar convenientemente la revoltura y, al comprobar que la marejada ha dado paso a la calma chicha, ha escrito desde Tenerife una penosa “carta abierta” a la ciudadanía, quizás con el muy respetable pero inabarcable deseo de que esos dos grotescos folios sustituyan a los cientos en los que su nombre aparece en el sumario de la operación Unión. Ni un atisbo de pedir perdón a los lanzaroteños, ni una palabra de arrepentimiento, ni siquiera una explicación creíble a tanta desfachatez. La carta tiene como único objetivo justificar su comportamiento presuntamente delictivo en base a que, en realidad, se trataba de asesorar al Partido Socialista. O sea, al partido que, al estallar el escándalo de Unión, expulsó al PIL de las instituciones en un gesto de claro sesgo corrupto, que le fue devuelto con sendas mociones de censura para devolver al PIL a los mismos lugares de donde fue echado por corrupto.