Lo mejor, el ventilador, que el penetrante olor a excrementos lo inunde todo para que todos parezcan chapoteando en el mismo lodazal. Ésa parece ser la estrategia de última hora que han abrazado algunos abogados defensores de los cinco policías y un subinspector acusados de torturas en abril de 2010 en la comisaría de Arrecife, a donde parece que va a parar lo mejor de cada casa. El jefe superior y su plenipotenciaria comisaria principal tienen un problema derivado de la negativa de esta última a que se audite la ubicación de las cámaras de la comisaría, cuyas grabaciones pudieron haber captado la presencia de algún mando que conociera lo que le estaba pasando los dos detenidos en aquellos calabozos. O que el comisario jefe pudiera escuchar desde su domicilio particular, situado justo encima de las dependencias policiales, lo que allí estaba ocurriendo. Porque partirle a un tío la tibia y un par de huesos suele ir acompañado de unos gritos bastante detectables. La defensa del subinspector acusado, que se juega quince años de cárcel, se constituyó este martes en la comisaría de Arrecife asistido de Notario, pero órdenes emanadas del sagrado lugar donde se custodian las sagradas hostias, impidieron el intento. Y eso que el subinspector en cuestión es del mismo subsector leonado, lo que confirma que hay un bien superior más digno de custodiar, es decir, el comisario local, Federico Teodoro, condenado por conducir en estado de feliz embriaguez por las calles de Santa Cruz de Tenerife y enviado en 2010 a Arrecife para alejarlo del foco principal del problema. Poco margen de maniobra parece quedar a estas alturas a las defensas, porque a la negativa de Sagrario de León a que pisaran territorio comanche se une que los DVD de las cámaras del recinto ya no están operativos, y la legendaria sordera del comisario del piso de arriba, que cuando está en sus horas libres se entrega a otras actividades que no requieren concentración sonora.