No hubo finalmente espontáneo o espontánea que se despelotara o montara un numerito en la solemne apertura de curso de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Lo temimos, pero no, reinó finalmente la educación, escrita injustamente con minúscula, frente a Educación, escrita con mayúscula cuando está referida a un departamento gubernamental, como es el caso. No hubo, por tanto, pelotera, pero el rector magnífico se mojó en defensa de las reclamaciones del profesorado, sin compartir con ellos eso de las movilizaciones, que es muy revolucionario y cuasi ZP, y él ya superó esa etapa rojilla. Hubo, sin embargo, algunos gestos de poca educación, también atribuibles -cómo no- a la emoción del momento o a algún despiste. Por ejemplo, José Manuel Arnáiz, que recibió una distinción por el apoyo de la Autoridad Portuaria a la Universidad, saludó a todos menos al presidente del Consejo Social, Aureliano Francisco Santiago Castellano. Ah, y no se dejaron ver ni Pepa ni Soria, quizá temerosos de que algún espontáneo les escandalizara.