Mientras Soria hace el ridículo, uno de sus más dilectos admiradores, Eligio Hernández, trata de emularle a un ritmo vertiginoso. El que fuera ilegal fiscal general del Estado intenta por todos los medios acercarse a la dirección regional del Partido Socialista emitiendo señales sonoras y lumínicas de “yo, indio bueno”, lo que nadie se ha tragado de momento. Se le atribuyen al Pollo del Pinar demasiados compadreos con lo más rancio de la derecha canaria y una pertinaz deriva hacia el patinazo permanente, lo que le ha hecho acreedor de la mayor de las desconfianzas. Su última metedura de pata ha sido asesorar de manera más que activa a los socialistas críticos con la decisión de la Ejecutiva de hacer saltar por los aires a las direcciones insular y capitalina del PSC tinerfeño. Una postura que debía ser muy respetable si, a renglón seguido y en aplicación de esa coherencia de la que siempre presume, no acudiera raudo y veloz a tirar de la levita de José Miguel Pérez explicando que a él que lo registren. Ni puñetero caso que le han hecho. Si es que hasta en su isla natal, El Hierro, empiezan a resoplar cuando se pronuncia su nombre.