Crece en intensidad, pero siempre con sordina, el debate interno abierto en el PP canario para preparar el relevo de José Manuel Soria, que ya ha comunicado a sus más directos colaboradores que quiere cambiar de aires, que la política canaria y sus circunstancias ya no son para él. Todos hablan de transición pacífica, de renovación sin traumas y con la inexcusable condición de que el presidente regional no se presente a la reelección a un congreso a convocar inmediatamente después de las elecciones de mayo. Sus resultados, los de las elecciones, que los del congreso estarían condicionados, serán determinantes para orientar hacia dónde irá -de ir- esa refundación del PP canario. Porque si José Manuel Soria obtuviera unos soberbios resultados al Parlamento y se le invistiera presidente prácticamente por aclamación, todo quedaría automáticamente pospuesto. Pero si los resultados confirman las actuales tendencias y sentimientos y el PP se acerca al triunfo pero no toca poder; si el crecimiento en Gran Canaria resulta insuficiente para hacerse con sus dos principales instituciones (Cabildo y Ayuntamiento de la capital) y si en Tenerife Cristina Tavío y Antonio Alarcó se convierten en contrapoder real de Coalición Canaria, los astros se habrán alineado para la heroica marcha de Soria y el comienzo de una nueva etapa del PP isleño.