Hubo la tarde de este martes en el seno del consejo de administración de la UD Las Palmas quienes hablaban de “guerra”, de declaración de guerra en contra de la Caja Insular de Ahorros de Canarias. Y todo por la publicación en este periódico de una noticia incontestable: o la UD negocia uno a uno con sus acreedores y levanta todos los embargos que pesan sobre todos sus bienes y derechos, o no habrá quien pueda ingresar un euro en las arcas del Club sin que lo trinque un juzgado. De ahí que sirva de poco pedirle a La Caja que incremente su aportación por esponsorización, que adelante dineros de la venta de abonos, las taquillas, la venta de camisetas y calcetines o las quinielas. Nada que hacer. Y la noticia no es buena para una entidad que incluso ya ha conseguido hasta reblandecer el corazoncito de la pérfida Agencia Tributaria y que está a punto de poner en práctica un plan de viabilidad que puede significar la salvación. Pero faltan 3,2 millones de euros que hay que depositar en Madrid antes del 31 de julio sin pasar por ninguna cuenta del Club.