Pero al cerebro de la operación no hay que buscarlo dentro de la Consejería de Sanidad ni en el listado de los directivos del Partido Popular de Canarias. Hay que encontrarlo en el entorno de ambos, en esa camada intermedia de ya no tan jóvenes peperos que han crecido y se han hecho ricos al calorcito del poder. Se llama Javier Artiles, es abogado hiperactivo, y pertenece a esa generación de la que son máximos exponentes Carlos Sánchez, Juanjo Cardona, Larry Álvarez o Mario Romero Mur, con el que enlazamos de nuevo con José Manuel Soria. Artiles es concuño de Romero Mur, y Romero Mur es de los pocos amigos del presidente del PP que ha estado siempre en las verdes y en las maduras, el que lo ha acompañado en los momentos de más baja moral. Artiles y su concuño son hombres de negocios, Artiles más oportunista que Romero Mur, que dirige la sólida empresa familiar de turismo y servicios complementarios heredada de su padre. En algún momento por determinar, Artiles habla con su concuño y le pide ayuda para sacar adelante un concurso con el que ampliar su primera y limitada incursión en el mundo de la hemodiálisis. Había ganado en 2004 un concurso de mucha menor cuantía para la misma prestación en el área sur, y quería el pastel completo. Pero el ambicioso abogado no podía presentarse a pecho descubierto por su vinculación profesional a la Consejería de Sanidad, donde ejerce desde 2007 como asesor jurídico por decisión que él atribuye al gerente de Gestión Sanitaria de Canarias y no a Soria o a Roldós. El concurso del Negrín y del José Molina era inicialmente para grandes y solventes empresas, y eso había que cambiarlo.