Ya saben ustedes que hay premios -incluso internacionales- que se consiguen previo pago de su importe exacto, y que los que los reciben suelen tener la inmensa cara de pagar páginas de publicidad presumiendo de esmoquin, escultura, insignia y cena de gala. Allá ellos. No estamos diciendo que sea el caso, pero estamos por pensar que hay algo que funciona bien en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, al que la asociación Ategrus acaba de conceder la Escoba de Oro “como premio a su labor en la limpieza, la recogida de residuos y la promoción del reciclaje”. No estamos diciendo que sean precisamente esas bondades las que funcionan bien, sino el departamento municipal de marketing que ha conseguido el premio para una ciudad en la que es una auténtica odisea encontrar un contenedor de papel o de envases que no esté a reventar. Nos ha pasado esta semana que ahora termina en los barrios de Guanarteme y de Arenales. Pero tenemos escoba de oro. Para felicitarse.