Nunca dejarán de sorprendernos los goles que por las dos escuadras cuela el Partido Popular a su socio de toda la vida Coalición Canaria. Ya lo dijo clarito este martes en el Parlamento Australia Navarro, cuando se mostró partidaria de una auditoría en la Consejería de Lifeblood, perdón, de Sanidad, a cambio de que se auditaran todas las consejerías que en esta ultraperiferia son. Glups, se atragantaba Barragán, y quizás por ese conocimiento mutuo, por ese roce que se transforma en cariño y hasta en compadreo, pasan cosas como la hemodiálisis, las ambulancias o los extraños fenómenos que se suceden en el Museo de la Ciencia y la Tecnología, ubicado en el histórico edificio Elder del Parque de Santa Catalina. El último ectoplama visto en aquella vieja nave carbonera fue puesto en circulación por los mandarines que puso en su día el PP cuando nuestra inimitable Rita Martín era consejera de Turismo y, por lo tanto, responsable directa de la cosa. Verán: en fechas muy recientes, y alegando la crisis por todos conocida y la correspondiente reducción presupuestaria sufrida por todos los órganos y fundaciones dependientes del Gobierno, la dirección del museo despidió a la técnica encargada del mantenimiento del recinto. Hasta ahí, salvando el natural disgusto de la afectada, todo normal. Pero lo mejor vino después.