La cadena de petición del favor empezó a descender, como decíamos, y de la máxima autoridad de la Sanidad canaria, la cosa llegó al director general correspondiente, que a su vez transmitió los buenos deseos al jefe de Servicio, y éste al de Sección y al técnico... hasta que uno dijo aquello de “quietas las vacas ahí”. Fue entonces cuando la cadena se invirtió y empezó a ascender, pero en lugar del consabido “mira a ver qué se puede hacer por este expediente”, lo que subía era “oh, si tú lo firmas”, y claro, nadie lo ha querido firmar. Debe ser, por lo que tenemos entendido, que la cosa tiene difícil encaje legal. Se nos ocurre que, para materializar RIC, alguien invierta unos milloncejos en construir por ahí cerca un par de edificios residenciales a los que trasladar a los vecinos que impiden el uso del horno crematorio. Previo acuerdo, claro, que todo en esta vida es negociable.